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«En mi opinión, las cosas más ordinarias, las más comunes y familiares pueden, vistas en su verdadera luz, tornarse los más grandes milagros… y en los más maravillosos ejemplos.»

Hace más de cuatro siglos, Michel de Montaigne, escribió en la torre de su castillo y bajo la pregunta “¿Qué sé yo?” la cita anterior, perteneciente a su ensayo “De la experiencia”.

Yo, que por desgracia tengo muy mala memoria, recordé hace unos días que tenía algo apuntado sobre este hombre. Luego, tuve que acudir a mis libretas en su búsqueda.

Michel tenía un fin: Describir al hombre, y en particular a sí mismo. Juzgaba que la variabilidad y la inconstancia eran dos de sus características esenciales.

«No he visto nunca tan gran monstruo o milagro como yo mismo».

«Quiero que se me vea en mi forma simple, natural y ordinaria, sin contención ni artificio, pues yo soy el objeto de mi libro».

Casi siempre encuentro en el pasado lo que busco en el presente.

Quede aquí la imagen que tomé hace unos días y que me llevó a tal recuerdo.

 

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