Llegó y me soltó un abrazo. Todas aquellas palabras que descansaban en mi memoria rebotaban una a una en el suelo como las cuentas de un collar. De repente me invadió todo el calor que me faltó en el invierno.
¿Que nunca más volveríamos a vernos? Ese no era un buen plan. El mar acaba llevando a la orilla a todos los náufragos destinados a salvarse. Y nosotros estábamos sobre la arena. En aquella playa de árboles y rocas. Cientos de sirenas cantaban con recelo intentando romper el momento. Mas nadie sabía del poder que envolvía nuestro vínculo.
Otras fuerzas vendrán y moverán las posiciones de cada uno.
El destino seguirá siendo caprichoso. Como nosotros.
¿De qué no seremos capaces si seguimos remando?
(…)