Esas cosas que no entiendo algún día se pudrirán
y pediré a gritos una copa del licor más raro.
Para celebrar la paz en mí.
Y aunque dure poco,
mancharé otro lienzo con bocanadas de tormenta.
Y desearé,
apretando los puños,
poder sentir mi piel erizada por la sinestesia de una melodía.
Y quiero más.
Claro que quiero más.
Poder dormir bajo un techo de cielo que escupa olor a lavanda.
Eso.
A quién le importa…
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